La globalización o mundialización ha sido uno de los objetos predilectos de estudio de las Ciencias Sociales a lo menos en los recientes veinte años, mientras sus estructuras y modelos se han ido instalando en la realidad del orden mundial.
El debate político, ideológico y académico en torno a la globalización, parece haberse polarizado entre detractores críticos que denuncian los efectos perversos de un modo de organización y articulación de la economía mundial (Toni Negri, Immanuel Wallerstein, Ulrich Beck, Georges Burdeau, John Pilger, T. Christian Miller, David Harvey, Zygmunt Bauman, Emmanuel Todd, Joseph Stiglitz…Tomás Moulian, Eduardo Galeano…) y los panegíricos de quienes profieren las bondades de un sistema destinado a incrementar el bienestar de los pueblos y el desarrollo (Jeffrey Sachs, Johan Norberg, Martin Wolf, Francis Fukuyama… ).
Mientras unos (herederos de Friedman y Hayek) proclaman los beneficios del emprendimiento, de la innovación, de la desregulación de los mercados, de la inversión colocada en los mercados más abiertos y rentables, de las tecnologías puestas a disposición de los negocios y el comercio, otros (provenientes de distintas escuelas de pensamiento social y político) denuncian las desigualdades crecientes, las inequidades estructurales, las asimetrías sociales , económicas y territoriales ocasionadas o profundizadas por este modo de producción capitalista extremo.
Y en medio de esta extensa polémica en forma de diálogo intelectual, instalaron su tienda (a medio camino entre el Estado y el mercado) los teóricos de la tercera vía (Anthony Giddens, Tony Blair, Felipe Gonzalez, Manuel Castells…) quienes prefirieron componer con el modelo puro y duro y las complejas realidades del sistema de dominación en expansión, “socialdemocratizando” una fórmula intermedia que permita edulcorar sus rasgos más extremos, con politicas sociales que lo hagan aceptable.
La crítica teórica e intelectual a la globalización en su versión capitalista occidental, parte desde una lectura integral y multidisciplinaria de un fenómeno socio-político, material, tecnológico y económico que es sometido a un análisis de sus componentes, causas, dimensiones y consecuencias, aún en medio de su proceso de instalación y operación.
La crítica a la globalización y altermundista (dirigida tanto a la dimensión planetaria del sistema, como a sus versiones nacionales, y al modelo neoliberal como edificio teórico y político de fundamentación) se realiza precisamente mientras esta “fase superior del capitalismo mundializado” se instalaba en el orden mundial articulando nuevas fuerzas y actores.
Este ensayo tiene por objeto analizar -desde una perspectiva geopolítica- los mecanismos constitutivos de la globalización entendida como una tendencia profunda que se ha instalado en el orden mundial desde los dos decenios finales del siglo xx y cuya trayectoria debiera continuar a lo largo de los primeros decenios del siglo xxi.
LA GLOBALIZACIÓN ANTES DE LA GLOBALIZACIÓN
Mucho antes que la globalización se instale como un producto económico, como un sistema político y como un constructo ideológico propios del capitalismo de fines del siglo xx, la expansión de los mercados y la extensión mundial de los intercambios comerciales y financieros, ya habían sido anticipados por algunos autores. Marx, por ejemplo, en “El Manifiesto Comunista”, avanzaba en una descripción de la globalización antes que la globalización fuera nombrada como tal, una descripción suficientemente elocuente como para recordarla:
“El descubrimiento de América, la circunnavegación de Africa abrieron nuevos horizontes e imprimieron nuevo impulso a la burguesía. El mercado de China y de las Indias orientales, la colonización de América, el intercambio con las colonias, el incremento de los medios de cambio y de las mercaderías en general, dieron al comercio, a la navegación, a la industria, un empuje jamás conocido, atizando con ello el elemento revolucionario que se escondía en el seno de la sociedad feudal en descomposición.
El régimen feudal o gremial de producción que seguía imperando no bastaba ya para cubrir las necesidades que abrían los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. Los maestros de los gremios se vieron desplazados por la clase media industrial, y la división del trabajo entre las diversas corporaciones fue suplantada por la división del trabajo dentro de cada taller.
Pero los mercados seguían dilatándose, las necesidades seguían creciendo. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El invento del vapor y la maquinaria vinieron a revolucionar el régimen industrial de producción. La manufactura cedió el puesto a la gran industria moderna, y la clase media industrial hubo de dejar paso a los magnates de la industria, jefes de grandes ejércitos industriales, a los burgueses modernos.
La gran industria creó el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial imprimió un gigantesco impulso al comercio, a la navegación, a las comunicaciones por tierra. A su vez, estos, progresos redundaron considerablemente en provecho de la industria, y en la misma proporción en que se dilataban la industria, el comercio, la navegación, los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, crecían sus capitales, iba desplazando y esfumando a todas las clases heredadas de la Edad Media.” (Marx, C. Engels, F.: Manifiesto Comunista. 1848. Capítulo II – Version digital http://www.marxists.org)
En la perspectiva marxista clásica, la expansión del comercio y los intercambios, iniciada desde los ultimos grandes descubrimientos geográficos eran una consecuencia inevitable de la expansión de la producción. Hoy, esa expansión alcanza nuevos límites y quiebra fronteras reales y virtuales.
El punto de partida histórico y estructural de la globalización del siglo xxi se encuentra en la expansión geográfica y económica de los intercambios y del comercio durante el siglo xix, resultado de una revolución industrial de primera hora que quebró las bases de la manufactura urbana europea.
El capital “pensó” entonces en términos de mundo, dejando de pensar en términos de país, de comuna o de región, mientras sus propios intelectuales (Smith, Toqueville, Ricardo, Lutero, Montesquieu…) ya se habían desembarazado de las estrechas fronteras mentales del feudalismo.
El sistema planeta primero existió en la conciencia del gran capital comercial, bancario e industrial -del siglo xviii y xix- y después se materializó en la expansión mercantil y financiera de los siglos xix y xx.
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